El libro de Mario Trucco

06.10.2015 08:31

Presentación del libro "Mi pueblo se llama Mar del Plata", de Mario Trucco, publicado por Ediciones Casa de Madera / Relatos Marplatenses en setiembre de 2015:

 

 

 

Mario Trucco es un bardo, en el mejor sentido de la palabra, originariamente celta (En lunfardo, bardo es otra cosa: armar lío, despelote, hacer “espamento”, aspaviento). Los bardos eran aquellos narradores que llevaban las historias de pueblo en pueblo, en la antigua Europa, y con otras denominaciones en Oriente. Fueron los encargados de transmitir las tradiciones, a la vez que entretenían con sus cuentos, sus fábulas y sus poemas. Eran poetas e historiadores, pero fundamentalmente narradores. El 28° Festival de Cine de Mar del Plata (2014) fue ganado por una película turca que contaba, entre otras cosas, la historia de unos bardos kurdos –ciego su líder- que llevaban su cálida voz a través del desierto.

Como aquellos bardos, Mario Trucco narra historias de la Mar del Plata de sus años jóvenes, descripta en sus pequeñas cosas en una memoriosa evocación que va formando –pieza tras pieza- un mosaico que se abre pleno en su conjunto, transportándonos a aquella ciudad con alma de pueblo.

 

El título de este libro nos remite a los años 60, cuando Mario Trucco comenzó a emplear el término “mi pueblo” para referirse a la ciudad de Mar del Plata con sus compañeros de trabajo en las principales radios de Buenos Aires. Sus interlocutores eran periodistas y escritores como Fioravanti, Ulises Barrera, Martha Mercader, Rubén Corbacho, Enzo Ardigó, Miguel Ángel Merellano, Betty de Elizalde, Leo Sala, Liliana López Foresi, Marcos Mundstock, Raúl Calviño, China Zorrilla, Colomba, Carlos Garaycochea, María Elena Walsh, Manuel Rey Millares.  Allí fue donde nació –como explicará mejor el autor- el título de este trabajo que pretende ser una contribución a que conozcamos un poco mejor los senderos pueblerinos por donde llegamos a la Gran Ciudad que es Mar del Plata.

 

En el proceso de edición elegimos como uno de los primeros lectores de los originales de Mario a mi amigo Félix Fassone, un editor argentino que vive en Brasil, donde dirigió varias revistas, que jamás vivió en Mar del Plata y desconoce nuestras historias lugareñas, para que evaluara a la distancia –y sin la influencia de “escuchar la voz de Mario” mientras se lee-  el contenido que se iba a publicar. Félix elogió especialmente el léxico “truquiano” porque –sostiene- le aporta credibilidad y autenticidad. Es que Mario Trucco no escribe –por ejemplo- “cuando éramos chicos íbamos siempre por allí”. Él dice que “era una caminata que en nuestras etapas infantiles realizábamos con una significativa frecuencia”. Posiblemente ese lenguaje minucioso provenga de su apego a elaborar los relatos concienzuda y detalladamente, con lo cual creó un estilo que en radio permitió apreciar sus historias y sus comentarios -nunca estridentes- con los tiempos necesarios para el disfrute o el análisis, según el caso, tal como lo hacían aquellos bardos.

 

El lenguaje empleado por Mario –cuando habla y cuando escribe- responde a una misma esencia que recorre el libro en lo conceptual, y es que el pasado –es decir, cualquier momento histórico- debe apreciarse desde ese mismo momento histórico. Así es como sus relatos se expresan con la misma calidez y calidad que responden a los parámetros periodísticos y lingüísticos de un tiempo en el que era virtud –y ojalá lo siga siendo- el buen uso de la palabra.

Mario nunca había querido escribir “un libro”, a pesar de su confesada devoción por la palabra escrita. Cuando le propuse editar esta obra, el argumento empleado fue que no era justo que dejáramos diluir esas historias locales que cuenta como nadie y que podrían reflejar “la Mar del Plata de los marplatenses”, especialmente la de los años 40 y 50, cada vez con menos testigos.  La extorsión funcionó, y de inmediato Mario comenzó a hacer trabajar su mente en esa dirección y a desempolvar su archivo, del cual revivieron textos afines que él ya había escrito, a  veces tentado por su casi hermano menor, Oscar Gastiarena y otras de motu propio. Así, la mayoría de los capítulos incluidos en el bloque “Yo soy del 30” fueron editados por Gastiarena en suplementos especiales de El Atlántico, en 1999, y algunas de las “Viñetas”  se publicaron en el desaparecido periódico El Marplatense, en el año 2005. El trabajo comenzó organizando ese material para dotarle cierta coherencia, aunque siempre priorizando la calidez por sobre el orden… tal como es Mario.  Pero ambos nos entusiasmamos y –aunque quedaron litros de tinta en el tintero- los textos del autor se triplicaron y dieron forma a este volumen que esperamos sea una caricia a la sensibilidad de los veteranos y un aporte al conocimiento de nuestro pasado no muy lejano –apenas poco más de medio siglo-  para las nuevas generaciones.

 

JOSÉ ANDRÉS SOTO

Editor