El mecánico que inventó el salvabebés

13.02.2014 00:07
 

(Publicado en Febrero 2014 en la revista Contigo! de Brasil)

Cuando el periodista del New York Times le preguntó si era consciente de que su invento podría salvar millones de vidas en todo el mundo, el mecánico argentino Jorge Ernesto Odón (59) no supo qué responder, y se puso a llorar. “No estoy preparado para esto –nos dijo- soy una persona común”.

Jorge es un cara común, un típico clase media bonaerense, padre de 5 hijos, trabajador desde siempre, emprendedor y creativo. Su casa es un buen chalet en un buen barrio y su taller de alineación y balanceo para automóviles está cosechando varias décadas de esfuerzos y experiencia.

¿Qué hace este hombre de costumbres sencillas participando en congresos médicos de varios continentes junto a los representantes de la Organización Mundial de la Salud?. “Por un momento pensé seriamente si no me estaba volviendo loco. No podía entender cómo no se le había ocurrido esto a ningún médico”.

JorgeOdón es el creador del “dispositivo facilitador de partos”, el primer gran cambio después de los fórceps (Zurich, 1554) y el vácuo extrator (Edimburgo, 1949). Sencillo y de bajo costo, los expertos aseguran que evitará muchas cesáreas y salvará vidas en los lugares donde no hay fácil acceso a la intervención quirúrgica. Toda la investigación, iniciada hace siete años, fue monitoreada por la Organización Mundial de la Salud, y finalizada la etapa de aprobación por parte del comité de ética del organismo, pronto comenzará a utilizarse en cuatro hospitales de Buenos Aires y luego en East London, Sudáfrica.

LA HISTORIA DEL CORCHO

En julio del 2006, algunos empleados del taller El Rayel pugnaban por quitar un corcho atrapado dentro de una botella de vino, después de haber terminado con el líquido. Uno de ellos, hábilmente, lo consiguió y ganó la apuesta. Jorge Odón presenció el truco y esa misma noche lo repitió en su casa ante su amigo Carlos Módena: “Dejé sobre la mesa el pincho de los chorizos, la bolsita de nylon del pan  y una botella de vidrio con el corcho adentro. Cuando llegó el momento le  pregunté si se animaba a sacar el corcho de la botella, sin romperla, con los elementos que había sobre la mesa”. Carlos no pudo. Jorge utilizó el pincho para introducir la bolsita dentro de la botella hasta detrás del corcho; infló la bolsita, que aprisionó al corcho, tiró de la bolsa y ésta arrastró al corcho hasta fuera de la botella.

Cómo se le ocurrió a Jorge Odón que ese mismo método podría ser útil para facilitar partos  es un misterio de la mente y un desafío al pensamiento libre. Lo cierto es que en la madrugada despertó a su esposa con esa idea y recibió como respuesta un giro en la cama y algo así como “vos te volviste loco”.  Más tarde, llamó a su amigo: “Le dije que lo del corcho servía para facilitar el parto y me preguntó si me sentía bien”.  Amigo al fin, Carlos decidió ayudarlo: “Mirá, vos sos mecánico y yo ingeniero electrónico… vamos a ver al ostetra de mi mujer a ver qué nos dice”. Jorge recuerda la extraña situación de los dos hombres esperando, entre mujeres embarazadas, hasta que fueron atendidos, hizo el truco del corcho y la botella y el médico… reaccionó positivamente, al punto que los contactó con el Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas de Buenos Aires.  En el  CEMIC fueron atendidos en la confitería por el doctor Javier Schvarztman. Jorge pidió ser recibido en un lugar más privado, ingresaron a un consultorio y allí desplegó la botella y lo invitó a que intentara sacar el corcho.  (Años después, el Dr Schvarztman cuenta que en el comienzo pensó que se trataba de una típica broma de cámara oculta. Hoy es investigador principal del proyecto, junto al doctor Hugo Krupitzki).

Esta  historia se empieza a contar siempre con la botella y el corcho, pero comienza mucho antes, cuando Jorge tenía 15 años. “Yo trabajaba en un taller de alineación, con un italiano que me enseñó mucho y que me decía:  ‘Corquito, hay que investigar, patentar y luego divulgar’. Siempre investigué después de hora, me independicé con el taller hace 30 años y patenté varios inventos mecánicos relacionados con el automóvil. Por eso ahora sabía que primero tenía que patentar, porque si no hay una patente para respaldar nadie podrá comprometerse en desarrollar el proyecto”.

La idea fue genial. Pero no alcanzaba. Fueron años de trabajo, búsqueda e inversión, primero con sus propios recursos y luego con los de un vecino (ahora socio y amigo) que aportó dinero con el único y noble objetivo de “salvar vidas”. Hasta que llegó el extraordinario apoyo de la Organización Mundial de la Salud, en las personas de Mario Mercaldi y Ana Pilar.

Ahora, Jorge dejó el taller en manos de uno de sus hijos, orgulloso de ello, y viaja permanentemente por el mundo mostrando su asombrosamente sencillo facilitador de partos, mientras en el pequeño escritorio de su casa conserva las muñecas de sus hijas con las que inició la tarea. Cuando los investigadores tuvieron que probar la eficiencia del dispositivo –en la Universidad Des Moines, Utah, U.S.A.- debieron utilizar un robot simulador de partos, ante la imposibilidad de hacerlo con animales, como es habitual en la medicina.

La siguiente etapa de la investigación se realizó en la Argentina –siempre supervisada por OMS- con mujeres de entre 18 y 35 años con escolaridad secundaria completa. “Yo quiero agradecer a las mamás, son conmovedoras”, se emociona el mecánico-inventor. “Lo hacemos por la ciencia, me decían”.

 

Tanto Jorge Odón como los investigadores del proyecto saben que el impacto mediático del invento no está dado sólo por el extraordinario salto que significa para facilitar partos difíciles en cualquier medio, sino también por el hecho inusual de que su creador no tenga ninguna relación previa con la medicina. “Me dicen que si no fuera mecánico sólo se hubiera publicado en las revistas de medicina, pero si los médicos hubiesen sido tan encumbrados como para no escuchar a un mecánico, o la OMS (Mario Mercaldi, concretamente), no hubieran abierto los ojos y los oídos a un mecánico, yo no hubiera llegado a donde llegué, y las potenciales ventajas que tiene esto jamás las hubiésemos conocido”.

Hablando a jóvenes universitarios de no más de 22 años, aseguró que “cualquiera puede dar una buena idea, porque el mecánico, el tornero, el carpintero, el albañil, vivimos de la creatividad. Nadie puede tener ese oficio si no es creativo. Y quizá se lo mira de otra manera, o se lo encasilla en ese puesto, sin darse cuenta de que quizá tiene mucho para aportar”.

 

Made in Lanus

 

Lanús es una ciudad  bonaerense conocida por los torcedores del Ponte Preta porque allí perdieron la final de la Copa Sudamericana, hace pocos días. Está pegada a la capital argentina, tiene 500 mil habitantes, una buena universidad, muchas fábricas pequeñas y medianas, y en un suburbio llamado Villa Fiorito nació Diego Armando Maradona.  La obra teatral Made in Lanus (Made in Argentina en el cine) habla del arraigo y el desarraigo, el que se tuvo que ir del país y quiere volver, el que se fue y no quiere volver, el que se quedó y quiere irse y el que se quedó y no se irá jamás. Esta última es la decisión final del protagonista, que en lugar de vender su taller mecánico para irse a Estados Unidos, se queda con los suyos en Lanús.

Jorge Ernesto Odón tenía 32 años cuando asistió a la obra, y también él se quedó en Lanus, con su taller y su gente, aunque alguna vez fantaseó con irse del país, aunque no a Norteamérica sino a Brasil. “Me encanta el pueblo brasileño. Siempre soñé con ir a vivir a Brasil. A los 20 años trabajé dos meses de mecánico en Río de Janeiro, y además hacía buceo. Un día, el mar me llevó a una playa alejada al lugar al que tenía que regresar. Le pedí carona a un desconocido que estaba tirado en la arena y me dijo que no, que quería seguir tomando sol, y me dio las llaves del auto para que fuera solo a buscar mis cosas. En el auto estaba la cartera de la mujer, todo. Son maravillosos”.

 

Odon device

 

El dispositivo Odon está pensado para facilitar el parto durante el llamado período expulsivo prolongado, que es cuando la mujer tiene la máxima dilatación, está pujando pero el parto no se produce. utilizado en lugares donde no hay formas de solucionar esa situación, como en el Africa subsahariana, donde no se puede hacer una cesárea ni emplear fórceps, o en lugares donde sí se pueden emplear esos métodos, pero utilizándolo como primera opción podría ayudar a reducir la tasa de cesáreas. El “Odon Device” será desarrollado y puesto en marcha por BD (Becton , Dickinson and Company), una compañía global médica tecnológica fundada en 1897 y con sede en Franklin Lakes , Nueva Jersey, que emplea a cerca de 30.000 colaboradores en más de 50 países de todo el mundo