Los locos y los mediocres

01.03.2011 17:12

 

(Publicado en marzo 2011 en la revista iPop de Chile, tras la renuncia de Marcelo Bielsa a la dirección técnica de la selección chilena de fútbol)

 

Está loco. Tiene un contrato millonario y lo abandona. Está camino a la gloria y se baja. Le encanta dirigir a la Roja y renuncia. Lo aman en Chile y se va del país. Marcelo Bielsa, dicen, está loco. Desde el punto de vista clínico, la locura es un diagnóstico psiquiátrico en personas con un grupo de trastornos mentales crónicos y graves.  Sabemos que se diagnóstico, en Marcelo Bielsa, está errado. El que acierta en este caso es Charly García: “la locura es poder ver más allá”.

Esa es la locura de Bielsa, una respuesta sana a un mundo enfermo. Eugene Ionescu, que nunca fue convocado a la selección rumana pero hace 50 años revolucionó el teatro con su “Rinoceronte”, era un loco parecido. “Pensar contra la corriente del tiempo es heroico; decirlo es una locura”, definía. Marcelo Bielsa no sólo piensa contra la corriente mercantilista sino que además, más que decirlo, actúa en consecuencia.

Respetuoso y ordenado, nieto de un prócer del Derecho, sabe que el fútbol es (también) un negocio, pero si el negocio se enturbia no cuenten con él. Ya lo demostró antes. Cuando Argentina fue eliminada en Japón hubo una prensa (por así llamarla) que lo destrozó, la misma que después de que lograra la Medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Atenas siguió diciendo y aún sigue diciendo que “no ganó nada”.  ¿Cuánto daría Chile por ser campeón olímpico? ¿Cuánto daría cualquier técnico por dirigir a la Selección Argentina después de ganar una medalla de oro? Marcelo Bielsa entregó la selección campeona y simplemente renunció, se fue al campo. ¿Está loco?

 

La propia Real Academia Española, en su cuarta acepción, define a la locura como algo que excede en mucho a lo ordinario o presumible. Visto así, la definición le cabe: ni es ordinario ni es presumible. Es, en consecuencia, un loco.

 

Un loco con poder, porque el poder de Marcelo Bielsa en inmenso. No hay cómo enfrentarlo, es el dueño de sí mismo.  No hay cómo someterlo ni cómo comprarlo. No pudo Julio Grondona en la Argentina, ni podrá Jorge Segovia en Chile. Eso sí, si ser como Marcelo Bielsa es estar loco, que viva la locura.

 

 Cuando llegó a Pinto Durán, los empleados de la Asociación Nacional de Fútbol  Profesional estaban durmiendo la siesta sobre el césped, la Roja no ganaba un partido mundialista fuera del país desde hacía 60 años y la selección venía de un descalabro disciplinario. El loco despertó a Pinto Durán y obsesivamente convenció a cada uno de los jugadores de que eran mucho mejor de lo que eran, hasta que consiguió que efectivamente fueran mejores. Bravo, Jara, Ponce, Medel, Vidal, Estrada, Carmona, Valdivia, Beausejour, Sánchez, Isla, todos crecieron. El fútbol chileno creció. ¿Seguirá creciendo? ¿O acaba de enterrar la mejor posibilidad de su historia?

 

Contó Bielsa en su conferencia de prensa: “No tenemos entrenador de arqueros. Sólo conozco argentinos, pero no quiero más argentinos en mi grupo de trabajo. Mando a los 32 clubes una circular pidiendo que cada preparador me mande filmación de rutina de trabajo que hace el arquero de la Primera División. Para ver si desde mi humilde punto de vista, ese cargo lo puedo ocupar con alguien de este fútbol. De 32 equipos, tomé medidas: consígame celulares de cada uno de los preparadores de arqueros, para verificar si están informados de esta inquietud. No dije que íbamos a elegir el entrenador de arqueros de la Selección. No era correcto poner zanahorias para que se entusiasmen. La respuesta fueron 7 de 32”.

 

Dijo en la misma conferencia: “Sé que la verdad es la verdad del que tiene el poder. No es que no haya posibilidad de expresarse en disidencia, pero saben que cuando una verdad ocupa 10% de la página y el 90% la ocupa otra, no se compara”.

 

Cuando el Loco se vuelva al campo, el 90% de la página lo ocupará la verdad del poder, y el fútbol chileno correrá el riesgo de volver a la normalidad.  Porque, como dijo Charly García,  “la mediocridad para algunos es normal, la locura es poder ver más allá”.  

José Andrés Soto